Las piernas cansadas son una dolencia común que lleva a muchos pacientes a consultar en la farmacia, sobre todo en esta época del año. La circulación en las extremidades inferiores es uno de los principales problemas vasculares de la población. Este síndrome afecta a personas de todas las edades, y es cinco veces más frecuente en las mujeres, donde los síntomas se incrementan con la menstruación, el embarazo, la terapia hormonal sustitutiva o los anticonceptivos orales.
Aunque esta afección no siempre es grave, puede perjudicar la vida cotidiana. Conocer los síntomas y las formas de prevenirla pueden ayudar a tener una mejor calidad de vida.
Insuficiencia venosa
Las venas recogen la sangre de todo el cuerpo para llevarla al corazón, donde se oxigena y sale a través de las arterias para irrigar otra vez todos los tejidos. En el caso de las piernas, la sangre, para completar este circuito, ha de circular en contra de la gravedad, para lo cual es necesaria la contracción de los músculos de las piernas que favorece la ascensión de la sangre hacia el corazón, y la intervención de pequeñas válvulas que se abren con el paso de la sangre y se cierran para impedir su retroceso, consiguiendo impulsar la sangre hacia arriba. De esta forma la sangre asciende de un tramo a otro.
En ocasiones este juego no se produce de forma adecuada y falla este sistema de bombeo, produciéndose el reflujo de sangre en sentido contrario. Entonces la sangre se estanca y la vena se dilata, filtrando líquidos a los tejidos circundantes y dando lugar a los primeros síntomas asociados al síndrome de piernas cansadas: hinchazón y pesadez. Con el tiempo, si el problema persiste, la pared venosa dilatada se hace cada vez menos elástica y con ello pierde su capacidad de contención de la sangre, apareciendo las varices. Esta enfermedad vascular se conoce como insuficiencia venosa crónica (IVC), y se traduce en una dificultad de las venas de las piernas para llevar la sangre desde estas extremidades hasta el corazón, dando lugar a todo el cuadro conocido como síndrome de piernas cansadas.
Síntomas de las piernas cansadas
Se deben a la acumulación de sangre en el sistema venoso superficial y se percibe de forma distinta según la persona. Hay quien refiere esta molestia como una sensación de entumecimiento de las piernas, «como si fueran de corcho». En otras ocasiones, se manifiesta como un dolor semejante al de las agujetas. En cualquier caso, los síntomas más habituales son:
Pesadez y edemas en las piernas, dolor y prurito, cansancio, calambres musculares, parestesias nocturnas (sensación de adormecimiento de las piernas), hormigueo, picor, agujetas, varices, hinchazón en miembros inferiores, que empeora estando de pie y sin moverse durante largo tiempo y con el calor y mejora con el movimiento y con el frío.
Factores de riesgo
Los principales factores de riesgo son la obesidad, la vida sedentaria o pasar mucho tiempo de pie. Trastornos cardiovasculares como la hipertensión o la diabetes también suelen estar asociados a las piernas cansadas. Existen factores de riesgo que son inevitables, pero otros se pueden prevenir si se fomentan determinados hábitos de vida.
Factores predisponentes
- Edad (el riesgo aumenta con la edad).
- Predisposición genética. La herencia es el factor predisponente más importante. Así, la persona hereda ya unas venas con problemas en su estructura y por este motivo desarrolla problemas circulatorios.
- Embarazo. El embarazo es una situación fisiológica en la que el flujo contracorriente se dificulta, especialmente durante el tercer trimestre de la gestación por el crecimiento del feto dentro del útero materno, el cual comprime la vena cava empeorando aún más el retorno venoso. Además, la mujer embarazada tiene niveles plasmáticos elevados de progesterona, hormona que disminuye el tono normal de las venas.
- Enfermedad circulatoria previa
- Estado hormonal (particularmente embarazo y menopausia).
- Pie plano (disminuye el fenómeno fisiológico de contracción muscular durante la marcha).
Factores agravantes
- El sedentarismo o estar en posición de pie largo tiempo. Por eso existen profesiones de riesgo. El estar mucho tiempo tanto de pie como sentado dificulta el retorno venoso y, por consiguiente, favorece la formación de varices
- El sobrepeso o la obesidad, especialmente en el caso de las mujeres. El aumento del tejido adiposo en las piernas anula la eficacia de la bomba muscular.
- El estreñimiento, porque provoca un aumento de la presión abdominal
- La ropa demasiado ajustada en la cintura y las piernas frena el retorno sanguíneo al corazón.
- Las terapias hormonales , como contracepción oral y la terapia hormonal sustitutiva (THS).
- La exposición prolongada al sol o al calor
- Mala alimentación. La alimentación también juega un papel importante en la salud de las piernas. En el caso de la sal, es recomendable reducir su consumo
- Tabaco. En el tabaco existen sustancias que actúan nocivamente también sobre las paredes de las venas, lesionando y predisponiéndolas a una afectación de las válvulas venosas a medio o largo plazo. Si fumar es muy perjudicial en general para la salud, también lo es para las piernas y su buen riego sanguíneo.
Prevención y alivio del síndrome de piernas cansadas
Ante lo expuesto, es evidente la necesidad de actuar para frenar el desarrollo de la enfermedad. En esta actuación preventiva-terapéutica también desempeña un papel muy importante el paciente, que debe cooperar modificando su hábitos dietéticos y su actividad.
Los síntomas crónicos y progresivos de la insuficiencia venosa en las piernas pueden aliviarse con un diagnóstico a tiempo y un tratamiento preventivo. Una correcta rutina de hábitos de vida permite prevenir y aliviar en gran medida los síntomas de los problemas circulatorios en las piernas, ya que muchas de las causas de esta patología están relacionadas con el estilo de vida, por lo que podemos aliviar la sintomatología con unos hábitos saludables:
- Mantener las pernas en alto: Hacer descansos con las piernas elevadas por encima del corazón, preferiblemente durante 30 minutos 2-3 veces al día.
- Evitar exponer las piernas a fuentes de calor, como estufas o radiadores o al sol.
- Estimular la movilidad de las piernas: caminar, nadar o pedalear durante, al menos, 30-60 minutos al día. Si se permanece mucho tiempo de pie, es bueno hacer ejercicios con las piernas
- No utilizar ropa ajustada o calcetines con goma estrecha. Es preferible elegir prendas amplias y de tejidos naturales que permitan que la piel transpire.
- Usar calzado ancho y cómodo y evitar el uso de tacones.
- Evitar el sobrepeso y el estreñimiento
- Al finalizar la ducha, aplica agua fría a las pantorrillas en sentido ascendente para aliviar la sensación de pesadez. También ayudan los masajes con geles fríos, desde el pie a la rodilla en sentido ascendente, para activar el retorno sanguíneo.
Tratamiento de las piernas cansadas
Los tratamientos son preventivos y sintomáticos, para evitar los factores de riesgo y mejorar los síntomas:
Terapia compresiva: consiste en el uso de medias de compresión elástica, que aplican una presión externa sobre determinados puntos de las piernas y de manera decreciente hacia la cintura ( superior en el tobillo y en disminución a medida que va subiendo hacia el muslo). Es importante elegir la compresión, talla y modelo adecuado, que será distinto para cada paciente, por lo que es esencial que las recomiende siempre un profesional sanitario.
Fitoterapia: existen plantas medicinales que favorecen la mejoría de la circulación sanguínea. Las más utilizadas son: Ginkgo biloba (con acción venotónica que incrementa el tono de las paredes venosas); Castaño de indias (se usa principalmente por su actividad antiedematosa y antiinflamatoria); Rusco (efecto vasoconstrictor); Vid roja (acción vasoprotectora, estabiliza las paredes vasculares, disminuyendo la permeabilidad y el edema asociado); Centella asiática (actividad vasoprotectora, favorece la elasticidad de la pared vascular y la síntesis de colágeno), Hamamelis virginiana (actividad venotónica)…
Recuerda que estos complementos alimenticios a base de plantas no deben usarse como sustitutos de una dieta variada y equilibrada y de un modo de vida sano, y que las plantas medicinales y sus derivados suelen presentar un margen terapéutico amplio, pero eso no significa que estén exentas de efectos adversos, interacciones y contraindicaciones. De ahí que es importante que te asesores con un profesional sanitario antes de utilizarlas para que te informe de los beneficios y riesgos que pueden derivarse del consumo de las mismas. Además, el conocimiento de aspectos relacionados con tus enfermedades y tu tratamiento nos permitirá la mejor recomendación, así como detectar situaciones en las que exista riesgo de sufrir un problema relacionado con una planta.
Hidroterapia: duchas y masajes con agua fría o bien alternando agua fría con tibia sirven para estimular el tono venoso.
Terapia farmacológica: consiste en la administración de fármacos venotónicos vía oral y/o tópica, siempre bajo prescripción médica.
Cirugía vascular: en determinados casos puede ser necesario acudir a esta medida, siempre y cuando no hayan funcionado otras terapias y bajo criterio médico.
Conclusión
En la farmacia te podemos recomendar medidas preventivas y productos de fitoterapia para mejorar el problema, en formas farmacéuticas de administración oral o tópica. Los geles/cremas además ejercen efecto frío para favorecer el retorno venoso. Recuerda que la farmacia es el establecimiento que garantiza la calidad y composición de las plantas medicinales, y el farmacéutico es el profesional más cualificado para recomendarlas.
Si el problema persiste o se producen cambios en las piernas, como aparición de úlceras o heridas, sangrado, dolor o aumento del tamaño de las venas o cambios en el color de la piel, deberás visitar al médico.